Cambios de estación, como afectan a nuestra salud: Otoño
Está más que comprobado que los cambios de estación afectan a nuestro organismo, y por ende, a nuestra salud. Sin embargo en cada estación afectan de manera distinta. En este caso vamos a ver como no afecta el Otoño, ya que lo estamos estrenando.
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En esta estación podemos diferenciar básicamente tres tipos de trastornos, de ellos, curiosamente, solo uno de ellos es directamente causado por motivos climáticos. Los otros dos sin vienen provocados por el ritmo de vida y hábitos al que nos vemos obligados en esta época del año.
- El estrés climático y estacional.
Debido a la disminución de las horas de luz solar que supone un cambio de horarios y un cambio en relación a nuestras horas lectivas con respecto a las naturales, también se reducen la posibilidades de realizar actividades en exteriores, todo esto hace que tengamos que cambiar necesariamente nuestras rutinas. Todo esto provoca un cambio hormonal que repercute a nuestro sistema nervioso haciendo que nuestro estado de ánimo cambie y a nuestras defensas que tienden a disminuir.
Las horas de luz solar afectan mucho al cerebro y a las hormonas. Dependiendo de la luz, el cerebro envía órdenes a ciertas hormonas, sobre todo la melatonina, encargada de regular el sueño, la sensación de hambre y la temperatura del cuerpo. Si se reducen las horas de sol, la producción de melatonina es mayor. Al mismo tiempo, disminuye la cantidad de otra hormona llamada serotonina, que se relaciona con el estado de ánimo. Cuanta más alta sea la melatonina, la producción de serotonina se reduce. Esto explica el bajón de ánimos.
- El estrés provocado por actividad cotidiana.
En esta época del año, además de ser más vulnerables por lo explicado antes, nos encontramos también con la "vuelta a la dura realidad", venimos de un verano, con vacaciones, a un ritmo más pausado, y de momento nos encontramos con el frenesí de nuestra actividad. Con la puesta al día del trabajo atrasado, con la rutina de las escuelas, un tráfico saturado y con una actividad general que se convierte en desbordante. Todo esto puede provocar consecuencias dispares como apatía, cansancio, desánimo o todo lo contrario, como ansiedad o palpitaciones.
- El estrés alimentario.
Este trastorno, no es más que una continuación del anterior, ya que debido al aumento de las prisa y el poco tiempo disponible, nuestros hábitos alimentarios comienzan a ser peores. Comemos más comida rápida, comemos en menos tiempo y lo hacemos en muchas ocasiones sin horarios específicos. Las dietas comienzan a ser desequilibradas y muy calóricas.
Esto hace que se nos provoque un déficit de vitaminas, minerales y nutrientes.
Para poder combatir estos trastornos, lo mejor es hacer lo posible para evitar en lo que se pueda las causas que lo provocan. Imponiéndonos un ritmo de vida lo más ordenado posible, manteniendo una dieta equilibrada, las comidas deben de ser en horas correctas y dedicándole el tiempo preciso. Además un aporte extra de vitaminas, minerales y nutrientes puede ser de gran ayuda, sobre todo teniendo en cuenta que todos los consejos anteriores será muy difícil que los llevemos a cabo al 100%.
25 de septiembre de 2015 · Publicado en